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4 de mayo de 2010

Terminó mi curso de Diosas y mitos femeninos

Días frenéticos, confusión de aulas, tecnología que siempre falla en el último momento...
Tardes maravillosas, corazones abiertos, mentes críticas, manos unidas todos los días por la fuerza de la luna y el poder femenino... Césped oliendo a mujer, brisa veraniega que nos acariciaba algunas tardes. Algunos hombres aprendían a ser un poco mujeres...
Hemos cumplido juntas un ciclo. La luna ha crecido mientras yo me vaciaba y mis alumn@s se llenaban. La luna llena de abril brilló como nunca, llena también de un poquito más de conciencia femenina. 

La Diosa, las diosas, no son una religión, como un@s poc@s han querido interpretar. Del feminismo no podría salir jamás una religión porque el concepto mismo de religión nos lleva a la jerarquía, a la creencia dogmática, a la obediencia ciega. Las religiones son productos culturales de los hombres que intentan manipular a sus fieles con verdades indemostrables, asumibles sólo con la garantía de la fe. La espiritualidad es un movimiento del alma, que sólo puede sentirse, se le dé la forma que sea, bajo la religión que sea. La espiritualidad puede sentirse con el catolicismo, con el islamismo, con el budismo, en ausencia de cualquier religión, contemplando la naturaleza o el cielo estrellado, sin la obligación de ponerle a dios o diosa nombre alguno.
La Diosa, para mí, es un arquetipo muy poderoso, vigente en nuestro inconsciente colectivo, que lleva ahí siglos y siglos, como he intentado demostrar en el curso. Que se manifiesta y que transforma a mujeres y hombres, sin distinción. Porque tanto las mujeres como los hombres sufren la carencia de lo esencial femenino en nuestra cultura, en nuestra espiritualidad, en nuestro sistema de valores. Podemos llamarlo Diosa, o Santísima Virgen, o Energía femenina, o a gusto del consumidor/a. Dado que no es ninguna religión, no hay catecismo ni mandamientos a seguir. Cada ser humano puede ser Creador o Creadora de su propia espiritualidad. Ser consciente de ese arquetipo de una forma racional y abrir nuestra mente a su influencia irracional es una manera tan buena como cualquier otra de crecimiento personal. Es un principio del camino para conseguir el equilibrio, primero personal y después colectivo, porque toda nuestra sociedad está hambrienta y necesitada de fuerza femenina, de respeto a ese poder y hasta que no sea restablecido no podremos estar realmente completos.
Yo no creo en milagros, ni revelaciones, ni poderes sobrenaturales. Soy producto de mi cultura, escéptica, objetiva y racionalista por una parte. Pero, como ser inteligente, la vida me ha enseñado que no todo se puede (ni siquiera es necesario) explicar con la mente. Que hay mecanismos en nuestra psique que sólo responden a estímulos emocionales, no mentales, que hay reacciones provocadas por nuestro subconsciente que no podemos dominar y controlar como pensamientos racionales. Que tenemos una parte objetiva y otra subjetiva y que la una no puede funcionar sin la otra, y que si negamos esto, como se intenta negar desde hace siglos, empiezan nuestros problemas emocionales, mentales, de salud corporal. No podemos seguir en la prepotencia de que podemos explicarlo y arreglarlo todo con el pensamiento racional. 
Ese pensamiento y sus consecuencias han querido mantener oculta (como una verguenza, como un pecado, como una degeneración) la esencia femenina y mantener la humanidad unida sólo bajo el principio masculino de la acción competitiva. Se ha manipulado el significado de lo femenino y nos han hecho asociarlo a parcialidades que interesan al androcentrismo, como la maternidad (tan indispensable para la procreación) y la sumisión. Pero, como hemos podido ver, el esencial femenino es mucho más y está cargado de poder. No hablo de poder político, ni de poder externo, ni de fuerza material. Hablo de poder transformador, creador, interior. Ese es el poder femenino, al que tienen derecho a desarrollar en sí mismos hombres y mujeres.
El dios tenía el poder de sembrar en la diosa el principio de la semilla, de la vida, de la regeneración constante, el poder del bíos, el principio masculino. La diosa era el todo creador que lo creaba y lo trasnformaba, la zoé, o principio femenino. Todos los mitos y leyendas de creación, todas las divinidades precristianas conservaban esta dualidad arquetípica bajo múltiples formas míticas. Era una manera como otra de aprehender, de intentar explicar o definir lo inexplicable. Ahora, en nuestra prepotencia occidental, llamamos "ciencia" a las explicaciones. Las cosas que la religión científica no explica o no puede explicar son "ocultas", "esotéricas", "oscuras" o simple y llanamente "locuras".
Pero creer sólo la visión que se nos presenta, bajo el discurso que sea, como "verdadera", por comodidad, por desidia, por pereza es impropio de seres inteligentes, de seres críticos, de seres racionales y razonables. Es como creer en las plagas de Egipto sólo porque lo dice la Biblia o en la Unión Europea porque lo diga Zapatero.
Los mitos son relatos maravillosos, pero son también huellas de nuestra historia como seres humanos, testigos emocionales de nuestro desarrollos personal; pero, más importante y más útil, los mitos son Armas de Construcción Masiva. Con ellos podemos aprender cosas de nosotr@s mism@s que pertenecen a la esfera de lo inxplicable, de lo sentible, de lo querible. Podemos explorar y conquistar nuestros territorios interiores más lejanos e ignotos para llevar la luz a nuestra oscuridad y equilibrar en nuestra psique objetividad y subjetividad, positividad y negatividad, luz y sombra que nos hagan vivir en plenitud.

Y la Diosa es un mito, el mito más poderoso y persistente del inconsciente colectivo de la humanidad.
Conozcámoslo, cultivémoslo, démosle a nuestro yo interior la oportunidad de desarrollarlo para ser personas más felices y completas en ESTE MUNDO, AQUÍ Y AHORA y no esperemos a la lejana fecha de nuestra muerte para ponernos en paz con nosotr@s mism@s.   
Sin dogmas, sin pecados, sin mandamientos.
Con responsabilidad, con amor, profundamente humanos.
Los hijos e hijas responsables y amantes no abandonan a sus padres ancianos a su suerte.
¿Por qué la Humanidad ha abandonado a su propia madre y la deja morir asfixiada por el humo, anegada entre vertidos de petróleo, asolada por la sequía y el hambre, depredada por la codicia?  

6 de abril de 2009

PRESENTACIÓN



Soy Angie Simonis, filóloga, profesora y escritora. Actualmente estoy trabajando en mi tesis para doctorarme en Estudios Pluridisciplinarios de Género. Se puede decir que mi especialidad, mi campo de estudio y mi práctica profesional se orientan hacia el mundo de las mujeres: su historia, su cultura, su situación actual, las problemáticas que rodean las cuestiones de género, las desigualdades latentes en nuestra sociedad, la violencia de la que son víctimas muchas mujers hoy día, tanto en el mundo occidental como en los países más desfavorecidos, etc... Pero también sus logros, sus victorias, sus esfuerzos por hacer un mundo mejor, su trabajo constante y no siempre valorado, sus genialiades, su diversidad y sus ambiciones.
Este es un blog para dar a conocer mis cursos dirigidos a mujeres. He estado trabajando durante muchos años en ellos y son el resultado de mucha investigación y mucha práctica con las mujeres.
Cuando estudiaba en la universidad, me di cuenta que apenas sabía nada de las mujeres. Sólo había estado estudiando a hombres, lo que ellos habían investigado, dicho, decretado, siempre desde su punto de vista. Me pareció que se había cometido una injusticia conmigo y con todo el resto de estudiantes por ocultar una parte de la historia y la cultura que teníamos tanto derecho a saber como la que nos estaban impartiendo.
A partir de entonces empecé a formarme por mí misma en el tema de la mujer y la perspectiva de género. Me asombró descubrir que habían miles de mujeres, miles de libros, ingente información y documentación elaborada por las propias mujeres que no se conocía más que por ellas... Y me pareció que seguramente habría muchos miles de mujeres también que estarían encantadas de conocer todo ese caudal de conocimientos. Esa fue la semilla de mi cursos, el deseo de conocer yo y el de compartir lo que estaba aprendiendo con las demás mujeres. De presentar las mujeres unas o otras y contribuir a la red que las mujeres crean en el mundo, ayudándose unas a otras, tanto desde el pasado como en el presente.
Iré desgranando poco a poco en este blog en qué consisten y cómo recibirlos.
Pero adelanto que el objetivo general que vibra en todos ellos es el empoderamiento de las mujeres. Las mujeres tenemos un acceso limitado al poder, detentado por la mayoría masculina. No sabemos cómo acceder a él para contribuir a la organización y al desarrollo de nuestras sociedades. Muchas mujeres ni siquiera se plantean que tengan dentro de sí mismas el poder para cambiar las cosas. Pero eso no es cierto, está ahí, en nuestro interior y sólo cada una de nosotras tiene la clave para activarlo. Una de las formas de activar el poder es adquirir confianza, autoestima como mujeres. Y nada mejor para ello que conocer a otras mujeres poderosas, cómo se defendieron, cómo lucharon, cómo se las ingeniaron para salir adelante, cómo crearon.
Mis cursos pretenden, por una parte, mostrar la creación femenina para ayudar a otras mujeres a crear por sí mismas. Y por otra dar esa confianza que obtiene a descubrir que no estamos solas y que es posible hacer lo que nos propongamos. También muestran cuáles son los puntos débiles por los que se nos ha discriminado, atacado, ninguneado, olvidado para poder defendernos y protegernos. Combinan los saberes culturales con la práctica del crecimiento personal.
Espero que os gusten y disfrutéis con ellos...